domingo, 7 de febrero de 2010

El Capitán A

Viejo del mar, capitán de los bares...amigo y primer jefe. Nos dió trabajo a toda una pandilla de argentinos que boyabamos en busca de trabajo por esos pantalanes de Palma de Mallorca. Así de generoso, así de borracho, así de loco.
Comí con él las mejores Strogonoff y me enseñó a hacer la mejor tortilla de patatas.
El barco era una motora recién restaurada de una pareja de franceses sobrevivientes de la guerra. No me daban un mango para comprar, eran re pijoteros, pero eso sí, me llevaban al supermercado en Rolls Royce! Tenía que inventarme las mil maravillas con un presupuesto super ajustado, nunca entenderé a los millonarios! Parece ser que lo habían pasado tan mal en la guerra que ciertas comidas le daban asco. Por sobre todas las cosas espinacas. Parece que los franceses sobrevivieron a lo Popeye.
Dentro del paquete del trabajo incluía hacerle la gamba al Capitán A para preparar la casa de fin de semana a los dueños y eso incluía de mi parte la minuciosa inspección y búsqueda de pelos largos negros en cualquier rincón de la casa, quiere decir, la legal era rubia y la amante morocha. Y heme allí, sacando pelos negros de todos lados! Y yo pensando: qué tiene que ver ésto con la cocina?
Como en el barco éramos solo dos tripulantes yo también hacía de marinera por lo que estaba en el medio de una preparación y tenía que salir corriendo a amarar el barco. La pasaba horrible ya que el capi estaba borracho el 100% de las veces. Con decir que un día estábamos fondeados en una cala y arrancó los motores y zarpó, con la escalera de popa todavía puesta!
O aquel día en el que explotó el sistema eléctrico del barco y se internó dentro de un rincón del barco a cambiar fusibles y demás pero con su lata de cerveza. Obvio que se le cayó la lata y empezaron a salir chispas de todos lados y gritos de "Joder, me cago en la ostia!". Los borrachos tienen a San Baco, corren con ventaja, a mí me pasa eso y muero torrada.
Mi buen amigo tocó fondo un día en el que estuvo arreglando algo en el suelo de mi camarote y se olvidó de recolocar la tapa del suelo y se fue. Yo cuando terminé mi trabajo por la noche, vuelvo a mi camarote y con las prisas ni enciendo la luz, entro, doy un paso adelante y de golpe siento glup, me tragó la tierra. Me fuí para abajo, no entendía nada, caí a la sentina en plena oscuriad, en un agujero donde no podía salir porque se me había quedado trabado el tobillo y dónde no entendía ni dónde estaba. Para los que nunca han estado en un barco es difícil de imaginar pero es como pensar que un día entras a tu habitación y te caes a un pozo.
El Capitán A ha seguido haciendo de las suyas. No son mis mejores recuerdos pero igual aprendí a quererlo. Un pasado oscuro, mis grandes sospechas de que era un mercenario y ex Triple A, tuvo que rajar del país y no dejó huella. En sus momentos de peor pedo me decía: "Hay que dinamitar el obelizco". Y yo miraba adentro de sus ojos y veía mucha oscuridad, por eso me compadecía y lo quería. No sé si sigue vivo, nunca me atreví a volver a llamar.

3 comentarios:

  1. ah bueno, vas a empezar asi?!!!!
    muy bueno ce, muy bueno, ves que todas estas cosas no hay tiempo de contarlas, me encantaron las anecdotas!!!

    tus ultimas dos oraciones me hicieron emocionar?

    cuantas cagadas les habras hecho comer confesa!!!

    est no viene al caso, pero nunca me olvido de tus medialunas caseras en el recital de los 20 años del golpe en Central. que buen recuerdo tengo de ese dia con vos.

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  2. Ansiosa estoy por leer más.

    Un besito

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  3. Si que era un laburo interesante, casi te mata pero aburrirte lo dudo jajaja
    Espero la próxima historia

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